La dama
Miércoles soleado. 21° de temperatura. Colectivo linea 9, 7:53 a.m.
Sube una dama, muy desprolija. Sube y echa un vistazo al fondo. No hay lugar. 3 cuadras mas espera, parada, a lado del chofer. Vuelve a mirar. Abre paso para ir al fondo del micro y se acomoda cerca de la puerta trasera para cuando sea su turno de bajar. Se la ve perdida, al parecer hace unos pocos minutos se levantaba. Una señora baja en una parada, ella toma su asiento y coloca su mochila en el regazo. Mira por la ventana.
Ojos que vacilan sobre la ciudad. Un mundo abierto a la psiquis.
¿Qué quiero?
Una y otra vez. Revolviendo, recordando, cada etapa de su vida. ¿Alguna vez quiso algo realmente? Querer. Querer algo tanto como para no dejar ir. O querer tanto algo para dejar ir. Querer.
Desde los comienzos de su interacción con el sexo opuesto, siempre quiso, poco, y de más. Quiso desde la punta de los pies, hasta la punta de los pelos. Pero ¿Cuánto vale?
El valor del querer es algo que no tiene medida, es algo que no podemos determinar quien quiere mas o quien quiere menos, es querer en fin. Solo uno mismo podría decir, quiero pero no tanto como quise, o quiero tanto como nunca antes quise.
Y querer, ¿es eterno? ¿es temporal?
Aquí empieza todo.
Querer tanto algo que el universo conspire para que suceda, y ¡sucede! y ahí estas, viviéndolo. El ser consciente esta feliz, esta completo, esta en su máxima expresión. Nada puede ir mal, nada puede salir mal. Fue todo lo que siempre quiso, todo lo que tanto esperó valió la pena.
El ser consciente, al obtener eso que tanto quiere, quita las partes feas, quita lo malo, o lo deja pasar por alto. Es feliz por todo lo que tiene y es todo lo que quiere.
El ser inconsciente, el que actúa por si solo, acepta la situación debido a que lo ve feliz. Acepta todo a pesar de las circunstancias.
Se pasan por alto muchas cosas, que quizás no hagan tan feliz realmente al consciente, pero el sabe que igual quiere, y quiere con todas sus fuerzas.
Ambos forman parte del ser integro donde nada se pasa por alto, el todo lo guarda y archiva porque justamente es una totalidad.
"Esta es una valiosa herramienta que nos ayudará mas tarde". Y así sucede.
Sube una dama, muy desprolija. Sube y echa un vistazo al fondo. No hay lugar. 3 cuadras mas espera, parada, a lado del chofer. Vuelve a mirar. Abre paso para ir al fondo del micro y se acomoda cerca de la puerta trasera para cuando sea su turno de bajar. Se la ve perdida, al parecer hace unos pocos minutos se levantaba. Una señora baja en una parada, ella toma su asiento y coloca su mochila en el regazo. Mira por la ventana.
Ojos que vacilan sobre la ciudad. Un mundo abierto a la psiquis.
¿Qué quiero?
Una y otra vez. Revolviendo, recordando, cada etapa de su vida. ¿Alguna vez quiso algo realmente? Querer. Querer algo tanto como para no dejar ir. O querer tanto algo para dejar ir. Querer.
Desde los comienzos de su interacción con el sexo opuesto, siempre quiso, poco, y de más. Quiso desde la punta de los pies, hasta la punta de los pelos. Pero ¿Cuánto vale?
El valor del querer es algo que no tiene medida, es algo que no podemos determinar quien quiere mas o quien quiere menos, es querer en fin. Solo uno mismo podría decir, quiero pero no tanto como quise, o quiero tanto como nunca antes quise.
Y querer, ¿es eterno? ¿es temporal?
Aquí empieza todo.
Querer tanto algo que el universo conspire para que suceda, y ¡sucede! y ahí estas, viviéndolo. El ser consciente esta feliz, esta completo, esta en su máxima expresión. Nada puede ir mal, nada puede salir mal. Fue todo lo que siempre quiso, todo lo que tanto esperó valió la pena.
El ser consciente, al obtener eso que tanto quiere, quita las partes feas, quita lo malo, o lo deja pasar por alto. Es feliz por todo lo que tiene y es todo lo que quiere.
El ser inconsciente, el que actúa por si solo, acepta la situación debido a que lo ve feliz. Acepta todo a pesar de las circunstancias.
Se pasan por alto muchas cosas, que quizás no hagan tan feliz realmente al consciente, pero el sabe que igual quiere, y quiere con todas sus fuerzas.
Ambos forman parte del ser integro donde nada se pasa por alto, el todo lo guarda y archiva porque justamente es una totalidad.
"Esta es una valiosa herramienta que nos ayudará mas tarde". Y así sucede.
La herramienta se autodeposita en el inconsciente. El consciente tiene presente en todo momento la situación pero no puede verlo de manera objetiva, por ello solo puede ser depositado en el inconsciente, dejándolo que éste actúe.
Actúa, teniendo actitudes nuevas, teniendo nuevas hipótesis, teniendo nuevos pensamientos, y ahí es donde se autodestruye el ser.
Reacciona ante todo ese mal que venía ocurriendo, todo lo que tuvo que esconder y dejar pasar por alto, para que "eso que tanto quiso" se siga quedando, pero ahora lo que busca el inconsciente es, que lo que tanto quiere el consciente, se vaya, para que no vuelva mas, para que se aleje.
El inconsciente causa la propia autodestrucción del ser para que éste sufra, y así entienda. Entienda que no es lo que necesita, entienda que no es lo que va hacerlo feliz y completarlo.
El ser debe estar integro tal y cómo es, no modificando su esencia para obtener lo que quiere, no modificar su forma de existir para que otro alguien lo quiera.
Y esto pasa, y pasó en cada relación que tuvo, pasó en cada "quiero" que le surgió.
Una y otra vez se preguntó "¿Por qué pasan estas cosas? ¿Cuál es el problema?"
Pero nunca se detuvo a pensar en que no hay un problema, no existe tal.
Simplemente su ser está siendo lo que es, lo que fue desde siempre.
Trata de no perder su propia esencia por caprichos que puedan llegar a surgir.
Trata de no modificarse ya que se perdería y no seria mas él.
¿De qué valdría sino existir, si uno se pierde a sí mismo?
Y así es básicamente, como existen dos partes en un todo, como una destruye a la otra por el bien general del ser.
Luego de 10 minutos de trayectoria en el micro, la dama se levanta, se coloca la mochila, toca timbre. Mira al rededor con una sonrisa. Puede verse en sus ojos la estabilidad emocional que encontró en tan solo unos minutos. Puede observarse la claridad con la que mira, y cuánto se ha despertado.
Ella bajó del colectivo.
Solo ella sabrá cuánto cambió, cuánto se amplio su mente, por un simple recorrido.