Alumbraron el amanecer muertos de frío,
se arroparon con la sensatez del desvarío
tuyo y mío de vuelta al hogar,
qué vacío deja la ansiedad.
Qué vergüenza tendrán sus papás.
Sin alas para volar, prófugos del instituto,
y de la cama, pájaros de Portugal,
apenas dos minutos mala fama.
Luego la guardia civil, les decomisó el sudor 
y la sonrisa, las postales de Estoril
sin posada, sin escudos y sin visa...

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