Nos enseñaron a tener paciencia, nos enseñaron a no andar descalzos...
Nos enseñaron a morir de viejos, nos enseñaron a vivir a plazos. 
Nos enseñaron a guardar silencio, nos enseñaron a temer la noche...
Nos enseñaron que el placer es malo, nos enseñaron a crecer a golpes... 
Nos prohibieron las cosas más hermosas... ir al campo a robar brevas,
bañarnos en el verano con las mozas en la alberca. 
Y crecimos enfermizos faltos de aire y de besos...
 Llena la piel de preguntas que contestaba el silencio.
Pero apareció la vida cuando moríamos de sed...
Era una fuente su cuerpo que invitaba a los sedientos ... a beber, a beber.
Probamos la dulzura de la carne, supimos que aún estábamos a tiempo...
nos hartamos de besos, de manzanas, declaramos la guerra al sufrimiento,
nos quitamos la vieja piel a tiras, renegamos de todo lo sabido...
Prometimos pecar a manos llenas, nos hicimos más tiernos y más niños. 
Ahora, cada día tiene su fruto cada noche su secreto,
y el tiempo es una mentira que han inventado los viejos... 
al arrancarnos las vendas que nos negaban el cuerpo... 
descubrimos el presente que es lo único que tenemos
 y cantaremos la vida y no abriremos la puerta a la muerte
mientras dentro del cuerpo quede una gota de deseo, de deseo...

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